El 21 de junio de 2024, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió el caso Smith v. Arizona. La cuestión principal se refería a la admisibilidad del testimonio de un experto en el que se hace referencia a las conclusiones de un analista que no testificó.
La jueza Kagan escribió para la mayoría de cinco jueces en la parte pertinente: La cláusula de confrontación de la Sexta Enmienda garantiza al acusado penal el derecho a confrontar a los testigos en su contra. En su funcionamiento, la cláusula protege el derecho del acusado a ser interrogado al limitar la capacidad de la fiscalía para introducir declaraciones hechas por personas que no se encuentran en la sala del tribunal. Por lo tanto, la cláusula prohíbe la admisión en el juicio de las declaraciones de un testigo ausente a menos que el testigo no esté disponible y el acusado haya tenido la oportunidad previa de someterlo a un interrogatorio. Crawford v. Washington, 541 US 36, 53–54. Esta prohibición “se aplica únicamente a los testimonios de oídas”, Davis v. Washington, 547 US 813, 823, y en esa frase de dos palabras hay dos límites. Primero, al hablar de “testigos” –o “aquellos que dan testimonio”– la cláusula se limita a las “declaraciones testimoniales”, una categoría que este Tribunal ha descrito de diversas maneras. Id., págs. 823, 826. En segundo lugar, la cláusula prohíbe únicamente la introducción de testimonios de oídas, es decir, declaraciones extrajudiciales ofrecidas “para probar la verdad del asunto afirmado”. Anderson v. United States, 417 US 211, 219.
En este caso, la cláusula de confrontación se aplica plenamente a las pruebas forenses. Por ejemplo, en Melendez-Diaz v. Massachusetts, 557 US 305, los fiscales presentaron “certificados de análisis” que indicaban que las pruebas de laboratorio habían identificado una sustancia incautada al acusado como cocaína. El Tribunal sostuvo que el acusado tenía derecho a interrogar a los analistas de laboratorio que prepararon los certificados. En Bullcoming v. New Mexico, 564 US 647, el Tribunal se basó en Melendez-Diaz para sostener que un Estado no podía presentar las conclusiones escritas de un analista de laboratorio a través del testimonio de un analista sustituto. Por último, en Williams v. Illinois, 567 US 50, el Tribunal consideró un caso en el que una analista de laboratorio relató las conclusiones de un analista ausente al momento de expresar su propia conclusión. El tribunal estatal sostuvo que el testimonio no implicaba la cláusula de confrontación porque las declaraciones del analista ausente se presentaron no por su veracidad, sino para explicar la base de la opinión del experto que testificó. Cinco miembros del tribunal rechazaron ese razonamiento. Pero como uno de esos cinco confirmó la opinión del tribunal estatal sobre bases alternativas, Williams perdió. Este caso presenta la misma cuestión en la que el tribunal se dividió en el caso Williams.
Este caso involucra la ley de Nueva Jersey NJSA 2C:35-19: “Certificados de laboratorio; uso; admisión como prueba; objeciones”. Es uno de los muchos casos de cláusula de confrontación que han llegado a la Corte Suprema de los Estados Unidos en los últimos años. Esos casos implican la tensión entre evitar una carga indebida para los procesos y al mismo tiempo permanecer fieles a la Sexta Enmienda y a los derechos fundamentales que ayudan a garantizar juicios penales justos.