El juez Thomas concluyó con lo siguiente en la parte pertinente: ATF responde que un tirador está menos involucrado físicamente al operar un rifle equipado con bump stock que al operar el Modelo 37. Explica que una vez que un tirador aprieta el gatillo del rifle una sola vez, el bump stock aprovecha la energía de retroceso del arma de fuego en un ciclo continuo de ida y vuelta que le permite al tirador lograr disparos continuos. Pero, incluso si un aspecto del funcionamiento de un arma pudiera verse como "automático", eso no significaría que el arma "dispara automáticamente más de un tiro con una sola función del gatillo". §5845(b).
Abandonando el texto, la ATF intenta apuntalar su posición basándose en la presunción contra la ineficacia. Esa presunción pesa en contra de las interpretaciones de una ley que “harían que la ley fuera en gran medida nula y permitirían a los infractores eludir sus disposiciones de la manera más fácil”. The Emily, 9 Wheat. 381, 389. En opinión de la ATF, el Congreso “restringió las ametralladoras porque eliminan los movimientos manuales que un tirador tendría que hacer de otro modo para disparar de forma continua” a una alta cadencia de fuego, como lo hacen los bump stocks. Por lo tanto, razona la ATF, concluyendo que los bump stocks son legales “simplemente porque el gatillo se mueve hacia adelante y hacia atrás exaltaría el artificio por encima de la realidad y permitiría la evasión de la prohibición federal de ametralladoras”. La presunción contra la ineficacia no puede hacer el trabajo que la ATF le pide. Interpretar el §5845(b) para excluir los rifles semiautomáticos equipados con bump stocks no se acerca en nada a hacer que la ley sea inútil.
El presidente del Tribunal Supremo Roberts, el juez Alito, el juez Gorsuch, el juez Kavanaugh y la jueza Barrett se sumaron a la opinión del juez Thomas. La jueza Sotomayor presentó una opinión disidente a la que se sumaron los jueces Kagan y Jackson.
Los bump stocks modernos fueron inventados para personas con movilidad limitada en las manos. Una dolencia física que impida el manejo y uso seguro de armas de fuego es una base legal para denegar el permiso de compra de armas de fuego y/o el permiso para portar armas de fuego.