Considere, por ejemplo, lo siguiente. ¿Los tribunales inferiores tienen los recursos de investigación necesarios para realizar análisis históricos exhaustivos en cada caso de la Segunda Enmienda? ¿Qué regulaciones y decisiones históricas califican como análogos representativos de las leyes modernas? ¿Cómo determinarán los jueces qué historiadores tienen una mejor visión de las cuestiones históricas cercanas? ¿Cambiará el significado de la Segunda Enmienda cuando se disponga de nueva evidencia histórica? Y, lo que es más importante, ¿permitirá el enfoque de la Corte que los jueces alcancen los resultados que prefieran y luego encubran esos resultados con el lenguaje de la historia? Véase S. Cornell, Heller, New Originalism, and Law Office History: “Meet the New Boss, Same as the Old Boss,” 56 UCLA L. Rev. 1095, 1098 (2009) (que describe la “historia de la oficina de abogados” como “un metodología orientada a los resultados en la que la evidencia se recopila e interpreta selectivamente para producir una conclusión predeterminada”).
Aquí, el juez Breyer parece lanzar un tiro apenas velado al juez Thomas, el autor de la opinión de la mayoría. Da a entender que el enfoque de la mayoría está orientado a los resultados. Una respuesta justa a las supuestas preocupaciones del juez Breyer sobre la capacidad de los tribunales inferiores para resolver cuestiones históricas es que el juez Thomas lo ha hecho por ellos en su opinión mayoritaria. Otra respuesta justa es que se requiere una revisión histórica con los problemas de la Segunda Enmienda porque el texto de la Segunda Enmienda es más críptico.